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Nombre propio.

10 Nov

Estaba yo pensando esta tarde, así como quien no quiere la cosa, en Letizia, la mujer del Príncipe Felipe, y me paré a reflexionar acerca de la grafía de los nombres.

Con ello quiero decir: sabemos que podemos elegir el nombre de nuestros hijos. Hay nombres más comunes y otros que se adoptan de otras lenguas tal vez. Pero… ¿hasta qué punto podemos tener libertad a la hora de poner nombres?

Podemos elegir que nuestra hija se llame, por ejemplo, como la de Bisbal: Ella. En ese caso, ¿debería adaptarse a la fonética castellana? (Pasaría de llamarse «Ela» a llamarse «Ella», como el pronombre femenino de tercera persona en singular).

El caso de la Princesa  también se puede mencionar aquí. Su escritura normal sería con «c» (Leticia), pero sus padres decidieron, por h o por b, que la niña iba a llamarse de manera diferente, con «z» (Letizia), que a primera vista llama bastante la atención pero luego es un distintivo que puede que quede mejor o peor.

Entonces, lo que yo me preguntaba era lo siguiente: si tengo una hija, y visto lo visto que cada cual pone los nombres cada vez más extraños y  los escribe de manera distinta (Jennyfer, Jessica…) ¿Podría yo llegar al registro y decir que quiero llamar a mi hija «Hirene», «Zelia» o  «La Lorenah»? Claro que… nadie podría reprocharme que están mal escritos.

¿Debería existir algún límite para estas creaciones? ¿Sería mejor ajustarlos a la ortografía tradicional?

 
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Publicado por en 10 noviembre, 2011 en Castellano

 

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